Me tejiste el corazón
Con zurcidos porque el pobre ya venía maltrecho.
A veces te detuviste a bordarle unos pájaros amarillos y te empeñaste en darles migas y agua fresca cada que podíamos vernos.
Otras veces hiciste ojales y pegaste botones para que yo pudiera abrir y cerrar el corazón cuando tuviera ganas.
Hubo un lugar en el que dejaste unos colores para pintar para mis noches desteñidas.
En un rincón pusiste tu silloncito y me abrazaste a oscuras y escuché tu corazón cantar.
Cocinaste con frutos del mar y le lloviste yerbitas.
Después llenaste mi corazón con tus semillas. De girasol, para que fuera fuerte.
¿Y para qué? -Si yo te estaba viendo a tí- pensé.
-No necesitas a nadie- me dijiste.
Entonces hiciste un nudo en el hilo, lo cortaste con tu boca y te fuíste.
Y yo seguí viviendo, con mi corazón bordado y zurcido.
Intentando reír.
Intentando querer.
Intentando soñar.
A veces las personas se acercan y me hablan de tí. Y me dicen que eras un gran tejedor de corazones.
Eso yo ya lo sé.
Lo que ellas no saben es el nudo que adentro, muy adentro, tengo yo.
Comentarios
Publicar un comentario