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¿Como terminar un amor?- ¿Cómo termina? Nadie sabe. Sea lo que fuere el objeto amado, desaparece, o pasa a la región Amistad El amor que ha terminado se aleja hacia otro mundo a la manera de un navío espacial que cesa de parpadear: el ser amado resonaba como un clamor y helo aquí de golpe apagado (el otro no desaparece jamás cuándo y cómo se lo espera).” Rolan Barthes- Fragmento de un discurso amoroso. Después de vivir una cuarentena de cuidados a mí misma, tomando tecitos, piña colada, vinos, alejándome de Goethe y las tribulaciones  Die Leiden des jungen Werthers,  de repasar una y otra vez qué fue lo que hice o no hice, después de convencerme que no, no fue por fea, bruta, pobre, por etnia, edad o lugar (una feminista no contempla esas opciones del enfoque diferencial en estos casos) que el "bello ser" de tus afectos no se quedó contigo. Pues simplemente no podía y él no es responsable de nada, por más que una busque encochinarle algo. Fue perfecto tal como fue.
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Dulce delirio

Espero una llegada, una reciprocidad, un signo prometido. Puede ser fútil o enormemente patético. Todo es solemne: no tengo sentido de las proporciones. Hay una escenografía de la espera: la organizo, la manipulo, destaco un trozo de tiempo en que voy a imitar la pérdida del objeto amado y provocar todos los afectos de un pequeño duelo, lo cual se representa, por lo tanto, como una pieza del teatro. La espera es un encantamiento: recibí la  orden de no moverme . La espera de una llamada telefónica se teje así de interdicciones minúsculas, al infinito, hasta lo inconfesable: me privo de salir de la pieza, de ir al lavabo, de hablar por teléfono incluso; sufro si me telefonean; me enloquece pensar que a tal hora cercana será necesario que yo salga, arriesgándome así a perder el llamado. Todas estas diversiones que me solicitan serían momentos perdidos para la espera, impurezas de la angustia. Puesto que la angustia de la espera, en su pureza, quiere que yo me quede sentado en un sillón

de lo esencial

Usaré una linterna, un haz, un cocuyo para iluminar la palabra. Es así una perla, todas las preciosas juntas. El silencio existe gracias a que existe la palabra. Por eso podemos apreciarla. Me gusta el silencio también. Es una maravilla ya al final de año, despedir al circulo de juego de niños y niñas a quiénes acompañamos en este 2016. Y cada palabra que les decía  de "hasta luego" iluminaban sus ojos y fui dueña de sus abrazos y sus sonrisas y algunas palabritas muy arcoiris me tocaron... Los niños necesitan ser tocados por las palabras, el lenguaje les crea una primera piel que les permite, entre otras cosas, contener la dispersión y mediar con el mundo. Siempre creí que la experiencia de la realidad debe de ser perturbadora para los niños, tanto que necesitan la palabra que ahuyente el miedo a esa avalancha de sensaciones que ha de suceder cuando se experimenta por primera vez el viento, o la lluvia, o los pájaros, o el mar... Entonces -pensé- hablar con los chico

La omnipresencia de la pérdida

Un año antes de su muerte, Franz Kafka vivió una experiencia muy insólita. Paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada: había perdido su muñeca. Kafka se ofreció a ayudar a buscar a la muñeca y se dispuso a reunirse con ella al día siguiente en el mismo lugar. Incapaz de encontrar a la muñeca compuso una carta “escrita” por la muñeca y se la leyó cuando se reencontraron: - “Por favor no me llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir sobre mis aventuras ...“- Este fue el comienzo de muchas cartas. Cuando él y la niña se reunían, él le leía estas cartas cuidadosamente compuestas de aventuras imaginarias sobre la querida muñeca . La niña fue consolada. Cuando las reuniones llegaron a su fin, Kafka le regaló una muñeca. Ella obviamente se veía diferente de la muñeca original . Una carta adjunta explicó: -" ‘mis viajes me han cambiado … “ - Muchos años más tarde, la chica ahora crecida, encontró una carta metida en una gri

Que bellas

Las palabras se precipitan, se juntan, se resbalan. Mojan los intersticios con sílabas viscosas, se clavan en el cuello con colmillos de sangre, se alzan el vestido en las escaleras, apuran un trago en el confesionario, mientras rezan algún Ave María. Las palabras insultan, acarician, suspiran, escriben sus obscenas frases en la puerta de un baño. Andan sobre la ruta en autos descapotables, fuman hasta enfermarse, se ponen portaligas, se empijaman, amasan con harina unos panes monstruosos que untan con mantequilla mientras suena algún blues. Las palabras se bañan y las cercan las algas: alguna que otra vez se sintieron amadas y creyeron morirse debajo de los párpados; pero se despertaron luego y era una resaca andar pasando el día. Las palabras quisieron ser honestas y decir que no había sido ni siquiera una noche mejor que alguna otra, que no era tan bueno y qué tal si hablas y dices todo! y que tal si mejor te duermes! Las palabras dijeron lo que era necesario que se dijera entonc

estar despierta otra vez

y tocó tomar un té... así se reinicia. Pongo mi corazón alucinado en esta taza. Y le echo agua hirviendo para que se haga una tisana con esas plumas nuevas. Dicen que la infusión de plumas de corazón alucinado son capaces de revertir el sentido del viento para que salga el sol sobre las últimas llanuras amazónicas. Ya estoy bastante loquita. Y tengo los párpados cansados de verme repetida al infinito. ¿Será esa la deuda con la muerte o habrá otra forma para salir del laberinto? El corazón alucinado bulle en el agua que hierve y llena el borde de la taza, pero no puedo verlo. Todos mis ojos están puestos en la forma que asume la verdad entre puntada y tela. ¿Por qué volver del sueño cuesta tamaña sangre? he visto inception En esta película, uno despierta a la realidad si cae a través de una patada! Pero, no basta una patada para salir de ahí de lo agazapada que una esta. se necesitan lluvias de patadas, para caer, para despertar! ¿Por qué no puede ser más simple la torme

solo un hilo

Cada cual a su tiempo podrá aceptar y decir que no. claro, no es fácil, pero se podrá decir cada cual buscará el hilo pequeño del que tirar y saldrán las palomas que estuvieron dormidas, los ríos estancados la luz de los pasados, los sobres con las cartas que no fueron, los vestidos bordados, las sillas arruinadas, la mar esperando mojarnos, las ollas carcomidas de los días con hambre, los libros olvidados debajo de la lluvia, los lápices sin punta, los faroles brillantes en medio de las noches del frío, la soledad y el miedo, las lágrimas y el grito, los pesados postigos, las vigas del silencio. el sonido del mar irreal. Y entonces sí se podrá andar: es increíble el espacio que ocupan las cosas tan dejadas. Decir que no. Y el camino -como fuera- continuará. Porque todo en la vida continúa, sigue su rumbo y otra vez vuelve a salir el sol para caer. Solo hay que hallar el hilo. Y tirar. Con la seguridad de quien desea una vida prolongada de amor debajo de este