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Detrás de la guerra... el personaje!



Hace 95 años, por éstos mismos días ( Noviembre) terminó la primera guerra mundial; el día a día está consignado “fríamente” en un libro que he abierto muchas veces, y del que jamás he leído más de media página, pese a que el tema me interesa. En cambio, leí hace mucho tiempo con asombro y tristeza a Ernst Junger en “Tempestades de acero”; y ya no leí más de la Gran guerra. Luego sin querer, la encontré de nuevo y de una manera menos directa, a veces apenas alusiva en obras como “La Montaña mágica” de Thomas Mann; o “Adiós a las armas” de Hemingway y en la película “En el amor y en la guerra”, relacionada con la vida del mismo escritor. Pero sin duda alguna, al menos para mí, la historia más impactante en que se alude a ella [y a propósito del título de la película mencionada] es El doctor Zhivago… recuerdo al llegar al final, un desconcierto, que se acentuó con la última parte [que no esperaba] titulada VERSOS DE YURI ZHIVAGO; pues me transmitió la impresión de la existencia real del personaje. Lo Imaginé allí en la ventana, en su escritorio; en otro tiempo, en un lugar lejano; pensando, escribiendo…


Ya no estoy más, y tú sigues viviendo

Y el viento que gime y llora,

Conmueve el bosque y permanece,

No en cada abeto suelto,

Sino en el bosque entero, en todos sus árboles,

Como grandes veleros de mar adentro

Sobre el agua apacible del fondeadero,

Y no por puro arrebato

O furor caprichoso,

Sino para prestarle a tu pena

Las palabras que convienen a una canción de cuna.

Poema 8, El viento.



“[…] Desde la mañana, los oídos

Le zumban sin cesar. ¿Es realidad

O bien lo sueña?

Y ¿por qué le asalta

De continuo el incansable recuerdo de la mar?

Cuando la escarcha que cubre la ventana

No le permite ver la luz del día,

La angustia de la desesperada situación

Se asemeja más a los desiertos de la mar.

Le había sido tan querida

Que el más pequeño de sus rasgos

Era como la huella que el oleaje

Deja en la arena de la orilla […]”

Fragmento del Poema 16, Separación.



“[…] Entre el eco de las palabras pronunciadas,

En los huertos vallados con tablillas

Las ramas de manzanos y cerezos

Se visten de colores blanquecinos.

Y cual blancos fantasmas, penden

Sobre el sendero los árboles a miríadas,

Como si desearan despedirse

De la blanca noche, que tanto los contemplara […]”



“[…] Con su primer temblor roza la aurora,

Cual mariposas de gas unos faroles.

Lo que yo te susurro se asemeja

Mucho a las soñolientas lejanías […]”



Fragmentos del Poema 4, La noche blanca.

Textos extraídos de: Decimoséptima parte de El doctor Zhivago [Boris Pasternak]- Trabajo de Paola Arciniegas.

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