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Veleta del tiempo

Después de siglos perdidos, de haber visto solo la estela de su andar, después de confundírsele entre sombras eternas, de escapársele entre líneas adivinadas en sus manos, después de puertas cerradas, de miles de puentes cruzados y ventanas aún tibias en las que luego nunca estaba, se dedicó a buscarla en el futuro, reinventándola en el encuentro con la gente, dibujándola en mapas conocidos.

Por fin la encontró, sentada en la avenida Florencia, abanicándose con una elegancia japonesa y antigua, conservaba aún el vestido azul desteñido, el cabello lacio y la piel de nácar.

Se acercó temeroso con el aliento aleteante y el corazón golpeándole en todo el cuerpo. El murmullo del viento se interpuso y le pareció que la eternidad se congelaba en un segundo. Sus almas se encontraron en el preciso instante en que ella desapareció por la puerta de sus pupilas y una voz lo regresó del sueño.


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El suspiro

Voy a bordar un camino de pájaros que termine en el nido que me ofrecen tus manos. Voy a tejer un abrigo de luces que termine en la risa que me alberga en las noches. Voy a zurcir mi canto para que suene como un cristal en tus oídos suavecito. Después me dormiré y nada importará porque te quiero.                                                                         El suspiro.

Una de las chicas rebeldes de la literatura

La madre superiora de la orden Jerónima exhortaba a Sor Juana : - Es inadmisible que leáis hasta muy entrada la noche. Debéis comprender que los estudios en las mujeres son cosas que rechaza la Santa Inquisición, porque en ellos no hay nada bueno . La inmediata respuesta de Sor Juana fue. -¡Vos sois una tonta y más que tonta . Escandalizada la madre superiora pidió ayuda al arzobispo de México, amigo de Sor Juana. - ¡Imagínese su paternidad que la susodicha Sor Juana llegó a decirme “tonta y más que tonta”! A lo que monseñor contestó: -Muy bien, madre priora, pruebe su reverencia lo contrario y se le hará justicia. Delfina Careaga

Mi cartografía

Ilustra Peter Revonkorpi Yo, tengo pies visibles con dedos de raíces en espiral y alas invisibles cosidas con nostalgia de siglos, con ellos recorro y sobrevuelo mi mapa, alguien dejó en el árbol de la familia una brújula dormida. Solo sirve cuando quiero ver para atrás. Hay que tener coraje para usarla cuando quiero ir  hacía adelante porque  me lleva a recovecos, encuentros y desencuentros. Me señala territorios de espinas, parajes de desamor, me lleva de nariz hasta mis propios abismos. Entonces la abandono y me dejo guiar por la rosa de los vientos, el canto del gallo, la luna que vive en mi vientre y la voz de mis ancestras que cantan  en mi pecho antiguas oraciones, sigo la huella que me dejaron para honrarlas, ellas caminaron y danzaron antes que yo y  sin embargo ya no son los mismos pasos, ya no invoco las mismas diosas en lo oscuro de la noche cuando estoy perdida, ni voy donde los hombres que las silenciaron, me han nacido los ojos de otro color, y los lunares se d