Usaré una linterna, un haz, un cocuyo para iluminar la palabra. Es así una perla, todas las preciosas juntas. El silencio existe gracias a que existe la palabra. Por eso podemos apreciarla. Me gusta el silencio también. Es una maravilla ya al final de año, despedir al circulo de juego de niños y niñas a quiénes acompañamos en este 2016. Y cada palabra que les decía de "hasta luego" iluminaban sus ojos y fui dueña de sus abrazos y sus sonrisas y algunas palabritas muy arcoiris me tocaron... Los niños necesitan ser tocados por las palabras, el lenguaje les crea una primera piel que les permite, entre otras cosas, contener la dispersión y mediar con el mundo. Siempre creí que la experiencia de la realidad debe de ser perturbadora para los niños, tanto que necesitan la palabra que ahuyente el miedo a esa avalancha de sensaciones que ha de suceder cuando se experimenta por primera vez el viento, o la lluvia, o los pájaros, o el mar... Entonces -pensé- hablar con los chico...