Papá:
querría poder volar
como si fuera un pájaro
y planear con el viento entre las plumas,
porque
en una manito apenas
me caben los momentos que jamás me entregaste
y
un agradecimiento:
haber aprendido de niña
a andar sobre mis piernas para alcanzar mi cielo
a nadar en mi miedo para ver la otra orilla
a apretar bien los párpados en medio de la lluvia.
Lo demás
-lo que la gente dice que fue haber sido hija-
eso lo desconozco
y me iré de este mundo sin haberlo sabido
porque no me enseñaste
ninguna otra cosa que no fuera soltarme al ruedo del silencio.
Y tal vez haya sido de verdad que tu último gesto fue también el primero.
Ahora estoy al borde del abismo
pero ya sé de qué sustancia está hecho mi vuelo.
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